Qué es un vídeo institucional: un vídeo institucional es un contenido audiovisual que ayuda a fortalecer la imagen de una empresa para conectar con su público objetivo. Una herramienta muy potente que incluso puede desarrollarse a través de distintos formatos en función de lo que se quiere transmitir y del impacto que se busca conseguir.
En la actualidad, diferenciarse de la competencia es fundamental para prosperar. La gran cantidad de contenidos que se publican cada día en Internet obliga a las empresas a ser creativas y a buscar un factor característico que haga que nuestra empresa sea percibida de manera distinta a las demás. En este sentido, los vídeos institucionales son un elemento decisivo para conectar con nuestros potenciales clientes.
Ejemplo de vídeo institucional
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Qué es un vídeo institucional: beneficios para una empresa
Los vídeos institucionales traen múltiples beneficios para la empresa:
- Fortalece la imagen corporativa: uno de los principales beneficios de los vídeos institucionales es que contribuyen a reforzar la imagen de la empresa, mostrando sus beneficios y puntos fuertes a sus potenciales clientes. Y es que el contenido audiovisual es más didáctico y engancha rápidamente.
- Muestra responsabilidad social: una empresa con responsabilidad social se gana el cariño y el respeto de su público. Además, son una magnífica herramienta para crear impacto social y concienciar sobre un tema en concreto.
- Refuerza la filosofía de la empresa: es esencial que los empleados de una empresa conozcan y se sientan identificados con la filosofía corporativa, y que sepan perfectamente cuál es la visión, el objetivo y la historia del sitio donde trabajan. De esta manera se crea un mayor sentimiento de pertenencia.
Qué es un vídeo institucional: cómo crearlos
A continuación te contamos cuáles son los pasos que debes seguir para crear un vídeo institucional.
- Identifica a tu audiencia: es muy importante que tengas claro cuál es el público al que vas a dirigirte. Hay que tener en cuenta que no todos los clientes son de la misma naturaleza ni tienen los mismos gustos. Por esta razón, es fundamental tener bien definido cuál va a ser el público al que vamos a dirigirnos y adaptar el lenguaje visual a sus necesidades. Planificar un vídeo intentando llegar a todo tipo de públicos supone un completo error, ya que de esta forma no conseguiremos llegar a nadie.
- Piensa en el que mensaje que quieres transmitir: los vídeos institucionales ayudan a transmitir un mensaje que cause un mayor impacto en la audiencia. Por este motivo, a la hora de planificarlo, hay que definirlo muy bien. De esta forma, el equipo audiovisual puede decidir mejor el formato para crear el vídeo institucional. La clave está en alejarse de lo habitual y contar una historia que consiga cautivar al espectador, huyendo de los vídeos aburridos que solamente se dedican a mostrar el producto o servicio. Lo importante es despertar interés y apelar a las emociones para que, posteriormente, recuerde la empresa.
Muchas veces, el vídeo se enfoca únicamente en mostrar la empresa, perdiendo de vista la comunicación con el cliente, a quien poco le importan las gráficas y datos de evolución. Es fundamental ahondar en este toque cercano que genere expectativas en el público y despierte nuevas necesidades.
- Escoge el estilo y el formato para tu vídeo institucional: una vez que tengas claro cuál es el mensaje que quieres transmitir y quién es el público al que vas a dirigirte, es el momento de escoger el formato que mejor se ajuste para hacer tu vídeo institucional. Puede ser una entrevista, un documental, una animación digital, etc. Pero, en cualquier caso, debe ser creativo y original para encontrar ese elemento que nos haga destacar por encima de nuestros competidores.
- Comienza la pre-producción del vídeo: durante el proceso de pre-producción, hay que montar el storyboard, el guión, el contrato de actores, el plan de rodaje, elegir las voces para la narración y las locaciones.
- Realización del vídeo: en esta fase se llevan a cabo las grabaciones para crear el vídeo. Si se trata de un trabajo de animación digital, el realizador tendrá que ajustarse a lo establecido en el guión y en el storyboard. Por supuesto, es fundamental cuidar la calidad, ya que de ello dependerá la imagen que los espectadores perciban de nuestra marca. Si el vídeo puede verse en cualquier dispositivo con la máxima calidad posible, dará valor añadido a la empresa.
Además, es recomendable que la duración del vídeo no sea muy larga para evitar que los espectadores se aburran. De hecho, muchas veces con sólo ver lo que dura, no se animan a darle a reproducir. Lo ideal es que no dure más de un minuto y medio o dos como máximo.
- Post producción del vídeo: en esta parte del proyecto, el director y el postproductor se ocupan de elegir las mejores tomas para editar la pieza final. Además, se elige la música, se retocan los colores y se controlan los audios de las grabaciones.
- Difusión: en la actualidad, las redes sociales tienen un gran peso en la vida cotidiana de los consumidores y cada día hay millones de internautas que visualizan vídeos en plataformas como Youtube. Por este motivo, además de incrustar el vídeo en el sitio web de la empresa, vale la pena subirlo a Youtube y compartirlo en redes sociales como Twitter, Facebook y Google+. Y, de esta forma, conseguir llegar a muchas personas que, aunque no se encuentren dentro de nuestro público, pueden ser potenciales clientes.